Halcones para controlar a las plagas

Halcones para controlar a las plagas

«Muchas veces son los propios vecinos quienes nos indican de la presencia de los halcones peregrinos sólo viendo si hay palomas o no por su zona». Pepe Larios, coordinador de Buxus, asociación motrileña con más de 20 años que promueve la investigación y la protección de la naturaleza en la costa granadina, habla así de la repercusión entre los ciudadanos del resultado de ‘Proyecto halcón’, una iniciativa de apenas dos años que busca reintroducir a estas rapaces en el núcleo de la ciudad de Motril para controlar a la plaga de palomas que abundan en el municipio.

Esta acción, si bien no es pionera en la provincia, sí que está teniendo éxito en el litoral. «Los técnicos de Medio Ambiente de Granada quisieron hacerlo pero se encontraron con dificultades y no fue posible», desvela Larios, que ve con esta iniciativa la oportunidad perfecta para acabar con dos problemáticas: «Existe un exceso de palomas, que son un foco de suciedad e infecciones, por lo que hemos ido introduciendo dos halcones que se alimentan de ellas y, de paso, reintegramos a estas rapaces cuyos hábitats están desapareciendo por las construcciones humanas y están en retroceso».

Para ello, los miembros y voluntarios de Buxus han creado nidos artificiales en edificios altos de Motril, en concreto en la Fabriquilla, de manera que facilite la cría de polluelos de halcón peregrino que adquieren previamente «mediante su compra a criadores o por donaciones» y que luego pueden volar en libertad. «La idea es tratar de adecuar sus condiciones a las que ellos están acostumbrados, que es la vida en acantilados y zonas altas», indica Larios.

Una vez obtenido el permiso por parte de la delegación de Medio Ambiente, recibieron el primer polluelo de halcón, «de nombre Paco», al que cuidaron día y noche «con voluntarios haciendo turnos a todas horas» durante 22 días sin establecer ningún contacto con él a través de un nido especialmente adaptado «para no crearle ninguna impronta y que se mantuviera lo más salvaje posible y no perdiera su instinto de caza». Tras 22 días, echó a volar. Eso fue en 2013.

El año pasado, Félix, nombre escogido en un concurso entre los colegios de Motril, corrió la misma suerte y al cabo de cuatro semanas comenzó a surcar los cielos de la Costa. «De vez en cuando regresan al edificio pero son independientes y se les suele ver volando por varias zonas del municipio», añade Larios.

Proceso

El proyecto tiene prevista una duración de tres años más en los que espera introducir más ejemplares de halcón peregrino, considerada el ave rapaz más rápida del mundo al alcanzar los 322 kilómetros por hora en vuelo picado para cazar.

«Es un proceso costoso puesto que sólo un ejemplar cuesta casi mil euros, el triple si es una hembra, por lo que nos apañamos con los fondos de la asociación y con los donativos de la gente», asevera Pepe Larios, quien revela que ya están trabajando en la adquisición de una tercera ave «puesto que Félix nos fue donada».

Desde Buxus dicen que únicamente emplean machos «porque a partir del tercer año se establecen, defienden su zona y atraen a las hembras, por lo que en otra fase instalaremos cajas-nido para que nidifiquen».

Los halcones tienden a repartirse el territorio entre ellos, «lo que supone una mala noticia para las palomas, que desaparecen cuando ven aproximarse un halcón». El objetivo es que hayan cinco parejas que ayuden a controlar a las aves. «Motril en 15 años tendrá un grave problema con las gaviotas, por lo que es necesario actuar para evitar los problemas de ciudades como Málaga», afirma Larios. Por ahora, dice, el método es efectivo: «Cuando vuelan, no hay palomas».

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