La verdadera historia de los loritos en Málaga

La verdadera historia de los loritos en Málaga

Las cotorras, que se cazaban para hacer piensos para comida de animales en Sudamérica, han colonizado todas las zonas verdes tras ser importados como animales de compañía

Las primeras cotorras en libertad en España se vieron en Barcelona y Murcia en 1975. Desde entonces, no han parado de crecer y expandirse por todo el país y no tardaron en llegar a Málaga, donde hoy por hoy están registrados unos 3.000 ejemplares en libertad.

Antonio Román Muñoz es investigador de la Facultad de Biología de la Universidad de Málaga (UMA) y autor de numerosos trabajos sobre aves en la provincia, quien, precisamente, está inmerso ahora en un ambicioso estudio sobre esta especie invasora. Según explica, en sudamérica están considerados una plaga para la agricultura, por lo que se cazaban masivamente y su carne se destinaba a hacer piensos para comida de animales.

Pero en un momento dado, hacia la década de los 70, a un empresario avispado se le ocurrió que se podían vender como animales de compañía. «Eran muy baratos, apenas una décima parte de cualquier otro loro, y se hicieron muy populares». Así, llegaron al país entre 35.000 y 40.000 ejemplares. Pero había un factor con el que no contaban los alegres compradores: «Tienen el graznido más potente de todos los loros, así que algunos aguantaron días e incluso horas en las casas, por las quejas de los dueños y de sus vecinos». Así que se liberaron por centenares en las grandes ciudades, y algunas de ellas encontraron una pareja reproductora y consiguieron adaptarse al nuevo medio por la abundancia de comida.

Son una especie colonial (vive en grupos de varias parejas) y es la única entre más de 300 de su género que es capaz de construir su propio nido comunitario. Se reproducen durante todo el año, con varias puestas; tienen comida en cantidad gracias a la basura y no hay depredadores capaces de cazarlos; así que los estudios de Antonio Román Muñoz prevén que su población en Málaga se duplicará en sólo 3,8 años.

¿Qué hacer con ellos?

En este punto, se abre el debate sobre qué hacer con las cotorras, que tienen la consideración de especie invasora y, por tanto, al menos en teoría se podrían eliminar. El experto diferencia la solución en función de si habitan en la ciudad o en zonas rurales.

En las urbes, asegura que no hay estudios que digan que esta especie está perjudicando a otras locales, caso del gorrión, al contrario de lo que se tiende a pensar. De hecho, otras aves aprovechan sus nidos comunales para criar sin que haya conflictos, y el alimento es suficiente para todas. Además, pone de relieve que su vistosidad y colorido ya actúa como un reclamo para los visitantes y despiertan un gran interés entre los ciudadanos, que les puede ayudar a acercarse al mundo de la ornitología. En cuanto a los nidos, que son un problema por su elevado peso, pone de relieve que si se eliminan (en zonas donde puedan ser peligrosos) debe ser con sus moradores incluidos, porque de lo contrario cada pareja construirá uno nuevo.

Más conflictiva es la situación en las zonas rurales. Muñoz advierte de que ya se han visto en zonas del Valle del Guadalhorce (como los dos Alhaurines) y en el río Vélez, en la Axarquía, por lo que podrían llegar a ser una amenaza a medio plazo para los cultivos de subtropicales. Es por tanto ahora, que están empezando, el momento de erradicarlos, antes de que se conviertan en un trauma insalvable. En este sentido, recuerda que su caza como especie cinegética ya está permitida en Cataluña, donde ya afectan a los cultivos de frutales; mientras que en Baleares se han erradicado mediante francotiradores. «Si no se actúa ahora, en diez años será imposible», sentencia. En este punto, pone de relieve que son animales «muy inteligentes» y escurridizos, hasta el punto de que su equipo no ha conseguido capturar los necesarios para un estudio de marcaje y seguimiento mediante GPS en Málaga. «El único que tuvimos logró abrir la jaula y se escapó», sonríe el científico.

Fuente: diariosur.es

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