Las cotorras no me dejan dormir

Las cotorras no me dejan dormir

“Hay muchísimas cotorras que hacen muchísimo ruido, no me dejan descansar”, se quejaba una vecina de Málaga al Ayuntamiento un día de marzo. “¿Pueden quitar las cotorras que hay encima de la palmera? No se puede dormir”, pedía otra señora que también optaba por calificar de “muchísimo” el estruendo de los cantos de estos pájaros catalogados como invasores, un quebradero de cabeza en la ciudad por su expansión en los últimos años.

Málaga es la tercera población española, tras Madrid y Barcelona, en número de ejemplares de pecho gris, y reclama a la Junta de Andalucía medidas más eficientes para su control y erradicación. Actualmente solo tiene autorización para retirar nidos que, por sus dimensiones y peso, “entrañen un riesgo evidente” para los ciudadanos.

Esto, en la práctica, significa que se actúa cuando se comunican peticiones vecinales, la inmensa mayoría de las veces por el ruido y las molestias que genera la cotorra argentina o de pecho gris (Myiopsitta monachus). “Ha habido un incremento de quejas de la población”, subraya el director del área de Medio Ambiente de Málaga, Luis Medina-Montoya. En 2016 se evacuaron 263 nidos, que son comunales y enormes, frente a los 153 del año anterior y los 159 de 2014. “Pero cuando retiras uno, lo más probable es que al poco tiempo salgan tres o cuatro”, cuenta.

En algunas zonas de la ciudad se ha llegado a retirar nidos de hasta 400 kilos

“Es el único loro del planeta que construye su propia casa”, explica Antonio Román Muñoz, profesor de Zoología de la Universidad de Málaga (UMA). Cuando una pareja edifica una galería, otro par se sumará inmediatamente y su construcción se añadirá a la que ya había. En Málaga se han localizado nidos con hasta 16 galerías. “No es raro ver algunos con entre cinco y ocho”, ilustra el profesor, que los compara con “bloques de vecinos o adosados”. En el Parador de Golf, se ha retirado un nido que pesaba entre 350 y 400 kilos.

El censo elaborado por SEO/BirdLife a finales de 2015, el primero que puso cifras a esta plaga en España, fijó en 2.467 el número de ejemplares en Málaga. Se han detectado 35 calles y avenidas con mayor incidencia de aves, capaces de reproducirse durante todo el año. “Esta especie no tiene predadores”, recuerda Muñoz. Las zonas del Centro, Churriana y Guadalmar son las más afectadas. En el Paseo del Parque, el ruido puede llegar a ser ensordecedor, y el mismísimo François Hollande, expresidente francés, escuchó La Marsellesa entre tenaces cantos de cotorras argentinas cuando el pasado 20 de febrero participó en la XXV cumbre hispano-francesa celebrada en la ciudad.

La población de cotorras argentinas se duplica cada tres o cuatro años. Procedentes de zonas subtropicales de Sudamérica, llegaron a Europa como mascotas y las sueltas, accidentales o voluntarias, han permitido su asentamiento en ciudades con clima parecido a su lugar de origen. De momento están muy vinculadas a los núcleos urbanos, donde las molestias se limitan al ruido, pero se teme que puedan extenderse a zonas rurales y afectar al medio agrario. Los daños serían “cuantiosos” para la agricultura, advierte el profesor, miembro de un equipo que estudia varios aspectos de las cotorras de pecho gris para facilitar medidas de control.

Al Ayuntamiento de Málaga le parece “insuficiente” la retirada de nidos. Un acuerdo del Pleno, secundado por unanimidad, pidió a la Junta de Andalucía el pasado 26 de enero que adopte un papel “más activo” y autorice medidas “más eficaces”, no agresivas, para el dominio esta plaga. La Delegación Territorial de la Consejería de Medio Ambiente, tras esta petición, invitó al Consistorio a proponer los nuevos métodos de control que crea “más adecuados”. “Deberían existir planes y más recursos”, se queja Medina-Montoya.

En el caso de Málaga se habla, por ejemplo, de capturas en vivo con redes o trampas. En Sevilla, parte de las colonias de cotorras Kramer, que son las que dan problemas y están afectando a especies autóctonas, serán sacrificadas con carabina de aire comprimido con mira telescópica. De origen asiático y africano, la diferencia de este ejemplar con las de pecho gris es que nidifica de forma aislada, aunque se agrupa para dormir. Su silbido es más agudo, aunque igual de molesto, y un dormidero puede reunir hasta un millar de pájaros.

Fuente: elpais.com

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